martes, 16 de diciembre de 2008

Peter Sutcliffe, el destripador de Yorkshire


En Gran Bretaña, no existe asesino más popular y famoso que el mismísimo Jack, aquel que en el siglo XIX provocó la mayor alarma social conocida en Whitechapel, un barrio de la capital inglesa.

Pero si la bruma londinense ha ocultado la identidad de este psicokiller, no ha hecho lo mismo con la de otro conocido y temido asesino de prostitutas, que a imagen y semejanza de su antecesor victoriano, culminó con éxito la masacre de varias mujeres, a finales del siglo pasado.

Peter William Sutcliffe nació el 2 de junio de 1946 en Bingsley, en la región de Yorshire. Durante su niñez, no cumplió las expectativas que su padre, deportista y persona muy activa, depositó en él.

Por el contrario, llevó una infancia y una adolescencia tranquila, más volcada a la lectura y la contemplación. Esto le causó no pocos problemas con sus compañeros de colegio, que solían tener al joven Peter en el blanco de sus abusos.

Al cumplir los 15 años, se comenzó a interesar por el fisioculturismo, cosa que agradó a su progenitor, que comenzó a ver como sus aficiones se decantaban, por fin, hacia el deporte.

Abandonó sus estudios y comenzó a trabajar, aunque no consiguió encontrar un trabajo que le durara demasiado tiempo.

A los 18 años se interesó más a fondo por las motos, y se convirtió en un experto en la mecánica y a ello decantó su futuro profesional.

También, para alivio de su padre, conoció a Sonia Szurma, hija de un inmigrante checoslovaco, de quien se enamoró, y con quien terminó casándose.

Con el tiempo, Peter encontró trabajo en el cementerio local, y allí trabajó durante un tiempo como enterrador, hasta que por fin, consiguió el carnet de conducir para camiones y comenzó a ganar dinero como chofer.

Pero la verdadera personalidad de Peter comenzaba a aflorar. Su compañero, Gary Jackson, comentaba que Peter utilizaba los cadáveres que enterraba como parte de bromas pesadas y sustraía anillos, collares y otros objetos de valor de los ataúdes. No era una persona muy equilibrada, por lo que se veía.

Por esa época, Peter frecuentaba los barrios bajos de Yorkshire, donde suelen estar ubicados los prostíbulos y los pubs de obreros.

Robin Holland, su cuñado, solía acudir con él a beber, aunque se cansó de ver como en casa criticaba duramente a los hombres que frecuentaban prostitutas y él mismo lo hacía sin reparos y dejó de acompañarlo.

Sonia sufrió varios abortos, y finalmente, le dieron la noticia que rompió la normalidad de Peter: no podían tener hijos.

No se sabe con certeza si fue esta noticia o si lo que ocurrió tenía que ocurrir, pero fue a partir de entonces cuando comenzó la escalada criminal de Sutcliffe.

Primero le tocó el turno a Anna Rogulskyj, el 5 de julio de 1975. Fue sorprendida por Peter cuando estaba en el exterior de su casa, enfadada por un desplante de su novio. Peter se acercó por detrás y le golp eó con un martillo. Cuando la tuvo atontada en el suelo, decidió coger una navaja y comenzó a cortar la piel del vientre de la joven. Por suerte, un vecino lo vio y le hizo huir de la escena del crimen, sin consumar el asesinato.

Un mes más tarde se cebó con Olive Smelt, quien también consiguió escapar con vida, tras ser vista por un paseante mientras el atacante le cortaba la espalda.

Wilma McCann fue su primera víctima real. La recogió en una carretera de Leeds, donde estaba haciendo dedo, y le sugirió a Peter “realizarle un servicio”. Willma estaba bebida, y le exigió rapidez a Peter, quien, molesto, aprovechó un descuido de la mujer para reventarle el cráneo con un martillo y proceder, por fin solo, a apuñalar sin piedad el cuerpo.

Fue encontrado al día siguiente por un lechero y se consideró como el primer asesinato del destripador de Yorkshire.

Los años siguientes fueron años de terror para la región, ya que los cuerpos sin vida de prostitutas aparecían sin pausa, y de vez en cuando se reportaban ataques frustrados del misterioso asesino.

Comenzaban a aparecer pistas sobre su identidad, pero no se conseguía averiguar quien era realmente.

La policía recibió, además, unas cartas y grabaciones de alguien que decía ser el asesino, remitidas por alguien que no era Peter, lo que consiguió entorpecer todavía más las investigaciones.

Peter fue interrogado varias veces, aunque su intervención en los hechos fue descartada, pese a que algunos amigos suyos, como Trevor Birdsall, acudieron a la policía con la sospechae que Peter era realmente el destripador.

La cantidad de trabajo acumulado, ya que eran varios años de investigaciones y papeles con denuncias, sospechas e indicios.

El mes de enero de 1981 contrató los servicios de una prostituta en Sheffield. Aparcó su coche en una calle, y la fortuna quiso que fueran vistos por un policía, que se acercó a ver qué hacían.

Fueron conducidos hasta comisaría e interrogados. Las pistas que dio sobre su identidad hicieron sospechar a los agentes, quienes al fin consiguieron identificarle como un más que posible sospechoso.

En el lugar de la detención se encontró un martillo, que había sido escondido por Peter en el momento de la identificación, y en el calabozo se halló la navaja inculpadora.

Por fin, cinco años de terror habían acabado.

En el juicio, se hizo pasar por esquizofrénico, aunque el jurado determinó que era perfectamente consciente de sus actos y fue condenado a prisión. En la misma fue atacado hasta en tres ocasiones por presos, y en el año 2011 cumplirá los primeros 30 años de condena, y podrá acogerse a la libertad condicional, si la ley no lo impide.