lunes, 7 de abril de 2008

Robert Berdella, el coleccionista de Kansas


Una infancia problemática, lo sabemos, es el detonante de los terribles actos de los que voy dando fe en esta tú sección. No es una excepción en el caso que ocupa hoy esta página, el caso de Robert Berdella, que tuvo su escenario de actuaciones en el número 4315 de la calle Charlotte de Kansas City.

Este católico desengañado fue bautizado a la tardía edad de doce años, y creció en el seno de una familia de la que no se sabe nada, pero que marcó su vida de manera trágica.

Sólo se tiene constancia de un hermano llamado Daniel, siete año menor que él y que su padre falleció cuando él contaba con 16 años. Su madre se relacionó con otro hombre, una situación que el joven no aprobaba y no llegó a superar.

Otro condicionante que llevó a Robert a actuar de la manera en que actuó fue el visionado de una película cuyo argumento le marcó de por vida. En ella, un hombre decide secuestrar a una joven para que se enamore de él.

Sin miramientos, somete a la muchacha a unas largas jornadas de cautiverio hasta que, finalmente, logra su objetivo.

La cinta es El Coleccionista, y el final del film pareció encajar en su idea de amor posesivo.

Su obsesión comenzó a aflorar, al parecer, tras sufrir una violenta violación en uno de sus trabajos, a una todavía tierna edad, por parte de un compañero.

Pero la historia comienza cuando Robert sale de su Cuyahoga Falls, su pequeño pueblo de Ohio y se instala en Kansas City, donde se matricula en el Instituto de Arte de esta ciudad. Además, se inicia su contacto con las drogas y el alcohol, dos adicciones que se unen para desequilibrar aún más su frágil mente.

Abandonó el Intituto de Arte a los 20 años, en 1969, y comenzó a trabajar en un restaurante como cocinero, una profesión en la que llegó a destacar durante años.

Con el sueldo ganado en estos trabajos compró su casa en Charlotte Street, el lugar que se hizo tristemente célebre al poco tiempo, y en la que vivió una vida aparentemente ejemplar y que le hizo ser muy considerado en su comunidad, donde llegó a montar una patrulla vecinal para combatir el crimen en el barrio. Qué curioso que estos psicópatas tengan una vida tan ejemplar de cara a sus vecinos…

Al poco, abandona su trabajo como chef y abre una tienda de artículos de coleccionista, claramente influenciado por la película que tanto le marcó. Al mismo tiempo, él mismo comienza a coleccionar todo tipo de objetos de mercadotecnia, pero también pequeños “recuerdos” de sus víctimas, una vez comienza a ser más activo en los crímenes.

Berdella era homosexual, y mantenía relaciones con varios hombres, aunque no conseguía mantener una relación estable.

Rompió con un veterano de Vietnam y comenzó a frecuentar la compañía de chicos de compañía, algunos de los cuales llegaban a compartir su vivienda, a cambio de alojamiento y manutención.

En algún momento, parece ser que ocurrió algo que desencadenó la tragedia, pero no se sabe qué fue, si es que realmente necesitó un detonante para convertirse en un asesino.

Jerry Howell fue su primera víctima. Al parecer, Jerry le debía a Robert una cantidad de dinero y este no tenía intención de devolvérselo.

El 4 de julio de 1984 lo recogió y lo llevó a su casa, donde brindaron por el Día de la Independencia. Eso sí, la copa de Jerry contenía una fuerte dosis de calmantes, que lo durmieron en el acto. Robert lo violó repetidas veces, utilizando incluso un pepino, hasta que el cansancio lo venció. Durante varios días lo tuvo sedado y le administraba, además diversos cócteles químicos que acabaron matándolo. Berdella quiso pensar que fue su propio vómito el que lo mató, en descarga a su culpabilidad.

Lo cierto es que debía deshacerse del cadáver, y lo hizo como sólo los auténticos psicópatas saben: lo troceó y lo sacó a escondidas hasta el contenedor de la basura.

Emocionado, escribió todo lo sucedido en un diario que conservó y actualizó con frecuencia.

Robert Sheldon sufrió las mismas torturas que Howell, pero el sadismo había despertado en Robert y añadió la mutilación a los castigos. Destrozó a golpes sus manos y lo cegó con cola, creando un esclavo sexual que no podía huir de su tenaza.

Una visita inesperada propició que, para silenciarlo y que no molestara, le tapara la cabeza con una bolsa de plástico y así, Sheldon se ahogó. En esta ocasión, se guardó la cabeza, que enterró en el patio de la casa.

A Mak Wallace, además, le aplicó varias descargas eléctricas, y a James Ferris le mató una sobredosis de calmantes, que le libró de la tortura que le esperaba.

Después fue el turno de Todd Stoops, un hombre fuerte que, sin embargo, cayó bajo las torturas de Berdella y murió tras varias semanas de atroz sufrimiento.

Era el año 1986.

Finalmente, la última victima mortal de Robert Berdella caía tras prestarse a colaborar con él para intentar huir de una muerte cruel. Era Larry Pearson, al que seguiría Chris Bryson.

Este consiguió escapar una tarde en que Robert había salido. Se soltó de la cama y saltó por la ventana, vestido sólo con un collar de perro. La suerte quiso que un vecino le viera y avisara a la policía.

Los agentes no creían en la fantástica historia de Chris, pero consiguieron una orden de registro y entraron en la casa de Robert.

Bryson había sufrido todas las torturas que Robert acostumbraba a propinar a sus “amantes”, y las pruebas estaban a la vista. Además, se encontraron varios restos, entre ellos dos cráneos y detuvieron a Robert Berdella.

Finalmente, murió el 8 de octubre de 1992, a causa de un ataque al corazón que le sorprendió mientras cumplía condena.

No hay comentarios: