La vida austera no suele gustar a quien tiene en mente una forma de vida más desahogada que la que le ha tocado vivir. Cualquier persona quiere avanzar economica y socialmente, y llegar a ser lo suficiente solvente para poder tener todo aquello que desea y que su nivel económico le impide conseguir.
Ahora, bien, ¿hasta donde se puede llegar para conseguir la anhelada posición?
Brynhilde Paulsetter Sorenson lo tuvo claro.
Nacida en el seno de una familia de granjeros en Noruega el año 1859, Brynhilde comenzó a labrarse el oficio de malabarista, gracias a que su progenitor obtenía ingresos extra trabajando en variaos espectáculos ambulantes de los que recorrían el país en ese siglo XIX.
Fue esa labor paterna la que valió a la familia Pulsetter una cierta fama en el pais escandinavo, y con el dinero obtenido, la joven decidió viajar hasta la prometedora América para triunfar y conseguir una más que merecida, pensaba ella, fortuna.
Con 19 años, parte de los trabajos que realizó para mantenerse fueron proporcionados por algunos compatriotas residentes en Estados Unidos.
Pero los escasos dólares que la joven percibía por sus labores no eran suficiente para acallar la voz codiciosa que le hablaba en su interior.
En poco tiempo se casó con un sueco llamado Mads Sorenson, con el que consiguió cierta estabilidad. La amargura no tardó en aparecer, ya que la noruega no se quedaba embarazada. El matrimonio decidió entonces adoptar a tres pequeñas: Jenny, Myrtle y Lucy.
La familia mantenía un nivel social modesto, pero suficiente para no pasar penurias y mantener un cierto nivel de vida.
Para tranquilizar a su mujer, que vivía, al parecer, atemorizada por un futuro incierto si el marido moría, este firmó dos pólizas de seguro, por si algún mal privaba a la familia de la persona que traía dinero a casa.
A los pocos días de firmar, Mads moría, según los médicos, por un ataque al corazón.
La viuda cobró los 8.500 dólares de las pólizas y al percibir que los familiares de Mads parecían sospechar algo extraño en la muerte del hombre, se trasladó hasta Austin, Texas, donde compró una casa de huéspedes.
Al poco tiempo de abrir, la casa comenzó a perder clientes. La comida ofrecida por la noruega no era todo lo buena que se esperaba, y el trato dejaba bastante que desear.
Aseguró el local, afortunadamente, unos pocos días antes de que ardiera presa de un misterioso incendio. En esta ocasión fueron 4.000 dólares los que pasaron a engrosar la hacienda de Brynhilde.
Idéntica suerte corrió el siguiente negocio montado por la mujer, que se cambió de nuevo de ciudad.
En La Porte, Indiana, compró una pequeña granja. Abatida, conoció en aquella época a Peter Gunnes, un noruego con el que se casó, y del que, sorprendentemente a los 44 años, quedó encinta.
Belle, como se dio por llamar en los Estados Unidos, era muy habilidosa con las herramientas propias del trato con el ganado, en especial con los relacionados con el oficio de matarife.
Fue uno de estos utensilios el que, desgraciadamente, cayó sobre la cabeza del desprevenido Peter, matándolo en el acto. Fue unos días después de firmar una jugosa póliza de seguros, claro.
La hija mayor, Jenny, comenzó a decri que su padre había sido asesinado por su madre, pero ¿quién iba a creer a una niña de diez años?
La jovencita desapareció de la granja, rumbo a una mejor educación en California, decía su madre.
Belle comenzó a insertar anuncios en los periódicos de la zona, ofreciéndose para compartir su vida con algún solterón o viudo. A cambio ofrecía su belleza y sus ciudados.
Antes, claro, tuvo que adecentar su estropeada boca, eliminando las pocas piezas que le quedaban y cambiándolas por una dentadura de oro.
Los anuncios tuvieron éxito, y fueron muchos los que acudieron a la granja. La condición para recibirles era sencilla: cada prentendiente tenía que aportar, en efectivo y en ese momento, una cantidad de 5.000 dólares.
Los hombres iban desapareciendo uno tras otro, sin dejar rastro ni sospecha, pero ni siquiera en el mal comunicado país de principios del siglo XX tal cantidad de desaparecidos pasaban desapercibidos.
Al notarse asediada a preguntas, ya que las pistas de alguno de los pretendientes llegaban hasta su granja, Belle comenzó a fraguar su último crimen.
El 28 de abril de 1908 la población cercana se levantó conmocionada al descubrir como ardía la granja de Belle. Al llegar hasta allí, descubrieron con horror los cuerpos sin vida y carbonizados de las dos niñas y el niño que había tendo con Peter. Junto a ellos, el cuerpo decapitado de quien parecía Belle. Las sospechas afloraron ya que el cuerpo encontrado no se correspondía con la envergadura de la noruega, y se inició una investigación.
Alrededor de la casa se encontraron restos de unas catorce personas. Entre ellas, la pequeña Jenny.
Se detuvo a un antiguo amante de Belle, quien confesó la terrible verdad: el cuerpo era de una camarera, asesinada por la mujer para hacerla pasar por ella, y desaparecer con su fortuna, en pos de nuevas víctimas.
A día de hoy se ignora si realmente ocurrió esto así, y si la Viuda Negra continuó su tenebrosa labor a lo largo de los Estados Unidos de preguerra, pero su nombre figura en la lista negra de la Historia