jueves, 19 de febrero de 2009

Paul Bernardo y Karla Homolka, la pareja perfecta



Imagina una pareja formada por un joven bien parecido, guapo, musculoso, rubio y atento y una rubia explosiva con un físico perfecto y unos ojos encantadores. Barbie y Ken, decían sus familiares que les llamaban, ya que se asemejaban a las míticas muñecas de Hasbro.
Pero debajo de esa perfecta unión, se escondía algo mucho más oscuro y terrible.
Paul Bernardo tuvo una infancia feliz, y se crió como lo que era: un chico atractivo y risueño que encandilaba a las muchachas con su sonrisa y su cara pecosa. Esto fue así hasta que su madre le confesó que su verdadero padre no era quien creía, sino de otro hombre, violento y cruel. El efecto fue demoledor y Paul odió a su madre, a la que insultó por haberle ocultado la verdad y se produjo el comienzo al descenso a la oscuridad.
En la Universidad de Toronto su sexualidad se volvió tórrida. Buscaba a mujeres sumisas, a las que podía dominar sin problemas y vejarlas de la manera más perversa.
Tras la graduación, conoció a la mujer de su vida, Karla. Juntos, hacían la pareja perfecta, y a nadie le extrañó que acabaran casándose, en 1990.
Sólo una cosa empañó esta unión: Karla no había llegado virgen hasta los brazos de Paul. Estó molestó al joven, que propuso a su esposa una solución: él se encargaría de desvirgar a Tammy, la hermana menor de Karla. Como compensación a no haber podido hacerlo a Karla.
El plan fue llevado a cabo en unas fechas muy especiales: la Navidad de ese mismo 1990. El 23 de diciembre el hogar de los Homolka respiraba felicidad: sus tres hijas estaban en casa, junto al recién llegado Paul. Tammy, la hermana quinceañera de Karla, se animó a tomar alguna copa de las que le pasó su hermana mayor, sin sospechar que contenían un potente narcótico que la dejaría sin conocimiento al poco rato.
Una vez todos durmiendo, la pareja entró en la habitación de la joven, y, cámara en mano, Paul se dispuso a violar a la niña.
Mientra él abusaba de Tammy y lo grababa todo, Karla mantenía una gasa con sedante en la boca y nariz de Tammy. Desgraciadamente, la combinación de la cena y el narcótico provocó una súbita nausea a Tammy. Karla, sin embargo, no apartó el paño y la joven se tragó su propio vómito, muriendo asfixiada.
Llamaron a una ambulancia e hicieron creer que lo habían descubierto accidentalmente, al comprobar unos extraños ruidos que hacía la joven. Cuando entraron, dijeron, ya estaba muerta.
Unos meses más tarde, Paul andaba buscando la manera de encontrar un modo de incrementar sus ingresos. Se decidió por el contrabando de tabaco entre Canadá y Estados Unidos, por lo que inició un periodo de mucha actividad delictiva. Robaba placas de matrícula de otros vehículos para no levantar sospechas en los guardias de la Aduana. En una de sus escapadas en busca de matrículas fue sorprendido por una joven de 14 años, Leslie Mahaffy.
Paul la amenazó con un cuchillo y la llevó hasta su casa, donde se propuso a llevar a cabo la violación. Karla se enfadó porque, mientras ella todavía dormía, Paul “agasajó” a su víctima con bebidas servidas en su mejor cristalería, pero Paul le tranquilizó: participarían ambos en la violación.
Karla temía ser abandonada por Paul, y accedió a participar en el crimen. Paul grababa mientras daba indicaciones a Karla sobre lo que tenía que hacerle a la niña, quien acataba el castigo por miedo de las represalias. Finalmente, Paul dejó la cámara a Karla y se dispuso a terminar la violación personalmente.
Leslie murió entonces.
Su cadáver fue encontrado unos meses más tarde, descuartizado, en el Lago Gibson.
Mientras, se fraguaba una nueva tragedia.
Karla convenció a Jane, una joven de 15 años, para pasar una velada en casa. La drogó y se la ofreció a Paul, quien la violó brutalmente. Por suerte, ella permaneció sedada y no se percató de lo ocurrido. Sobrevivió y pudo continuar con su vida, sin ser consciente de que había sido violada.
El 16 de abril de 1992 secuestraron a Kristen French, de 15 años. Guapa y muy popular, la niña fue objeto de vejaciones y violaciones repetidas durante trece días, hasta que, finalmente, fue asesinada para evitar que delatara al perfecto matrimonio.
A partir de ese momento, la ira y la maldad de Paul se orientaron hacia Karla. Ella ya había sido objeto de los malos tratos de Paul, aunque seguía amándole y siguiendo su juego, pero a partir del verano de 1992, los golpes y las violaciones se multiplicaron.
Fue ingresada varias veces en un hospital, con moratones y heridas propias de terribles palizas, y sus padres consiguieron alejarla de Paul.
Entonces, víctima de los remordimientos y de la mala consciencia, confesó todos los crímenes en los que había participado.
La policía detuvo a Paul, para interrogarlo sobre los asesinatos, y en su casa encontraron los vídeos con las violaciones y asesinatos de dos de las muchachas.
No sólo esto.
En un diario, escrito por Paul, encontraron evidencias de su participación en otros violaciones, perpetradas unos antes de conocer a Karla, y mientras iniciaba su relación con ella.
Se trataba de un violador con una larga trayectoria, y que había llevado el terror a numerosos hogares en Scarborugh en el estado de Toronto.
Karla, para evitar ser encarcelada con todo el peso de la ley, accedió a narrar todo lo sucedido, incluyendo la muerte de su hermana, en una carta que trascendió a la prensa y que horrorizó a la opinión pública.
Paul fue condenado a cadena perpetua, que en Canadá se aplica de forma íntegra en el caso de los violadores, y ella, a doce años de prisión. En 2005 Karla salió de prisión, mientras que su ya ex-marido declaraba que ella había sido quien mató a Leslie Mahaffi, en contra de su voluntad.